01 octubre 2009

El enemigo



Por Álvaro Román

Jorge caminaba silenciosamente por el bosque. Aguantaba su pistola en una mano y un mapa en la otra. No era la oscuridad del bosque ni la amenaza del enemigo que lo asustaba, era la respiración de los veintitrés soldados que seguían sus pasos que confiaban que él los llevaría por el camino más seguro. Pero la realidad era que no sabía por dónde llevaba a su escuadrón. Habían caminado por tres días y todavía no encontraban el camino que buscaban; el camino que los guiaría a través de este bosque, el camino que lo guiaría a su hogar.

Después de un largo rato caminando Jorge decidió dejar su orgullo a un lado y admitirle a Pedro, su segundo en comando y su mejor amigo que no sabía dónde estaban. Cuando volteó la cabeza vio la sombra moverse por el camino que acababan de recorrer. Con toda la tranquilidad de un anciano se acercó a Pedro y le dijo lo que había visto; le dio la orden de llevarse a cinco soldados para que encontrara una forma de rodear al enemigo.

Luego de una larga espera Jorge escuchó el movimiento de hojas y vio que Pedro y su equipo estaban en posición. En voz baja les dijo a sus hombres lo que estaba sucediendo y les dijo lo que debían hacer. Poco a poco con el mínimo ruido posible el escuadrón formó una línea y comenzó a moverse hacia el enemigo. Justo antes de que Jorge diera la orden para que sus soldados comenzaran a disparar escuchó un grito en una lengua extranjera; y de la oscuridad del bosque apareció el enemigo.

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