01 octubre 2009

Un amor casi de película



Por Mariela Crespo


Nunca pensé enamorarme de esta manera, tan profundamente. No había tenido jamás alguien que me tratara de la forma como él lo hacía. Me llevaba flores casi todos los viernes al colegio y siempre me sorprendía cuando llegaba a visitarme. Era un amor de película, de esos que son, o por lo menos parecen, perfectos. Nos conocimos de la forma más inusual y no pasó mucho tiempo para que nos diéramos cuenta cuanto nos gustábamos.

Luego comenzamos a salir y esos fueron los días más perfectos de mi vida. Me conformaba con verlo al menos un par de horas, y luego venía la espera de días y a veces de semanas, para volverlo a ver. Pero no importaba porque sabía que lo volvería a ver muy pronto y cada encuentro sentía como si fuese el primero. A veces esa es la ventaja de tener un amor de larga distancia, no puedes esperar volver a verlo y cada vez que están juntos es un momento lleno de magia y diferente al anterior.

Una vez escuché que todo lo que empieza, termina en algún momento. Eso no era lo que parecía con él. Estábamos tan enamorados y todo iba tan bien. Pero, no estaba destinado a durar mucho tiempo. Cuando cumplimos nueve meses, no vino a visitarme y desde entonces comenzamos a tener problemas. Rompíamos ahora y volvíamos en tres horas, la verdad era que no podíamos estar peleados ni molestos el uno con el otro. Todavía nos queríamos demasiado, pero poco a poco el amor fue desapareciendo, de él hacia mí, yo todavía lo amaba como nunca.

Mi cuento de hadas terminó un 21 de junio, dos días antes de cumplir nuestros diez meses juntos. Lloré como nunca y no quería salir de mi casa. No comía, no hablaba y hasta afectó mi clase de verano, pues, la pasé con punto de bicicleta ya que no quería estudiar. No hacía nada que no fuera llorar y pensar en él, en porque lo había perdido y qué yo había hecho para merecer esto. Aún hoy lloro cuando lo recuerdo.

Aprendí que no todo dura para siempre, siempre hay un fin para todas las cosas. Pero de todo se aprende y siempre las cosas tienen una solución. Tarde o temprano superaré por completo esto y estaré lista para comenzar de nuevo. Por último, tratar de arreglar una relación es como tratar de arreglar un espejo roto, mejor déjalo así y no te sigas cortando con los vidrios.

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