21 mayo 2006

El solitario




Por Hesley Lugardo


A lo lejos del campo, se encuentra un señor de mediana estatura, ojos negros y cabello de color blanco. Todos los días, se levanta y se mira al espejo preguntándose el porqué de su existencia. Su casa es como su templo, su mundo y su única amiga. Siempre está encerrado y contempla su vida con una gran obsesión. La esposa murió en un accidente automovilístico y sus hijos los tomaron en adopción. Se siente en un mundo sin salida, su tristeza le inunda hasta que su alma desaparece.
     
En sus sueños, permanece en un lugar oscuro y con una luz que sale de un pequeño agujero en donde lo único que tiene es un espejo. En el sueño siempre toma el espejo y se mira en él. Y el espejo refleja su mirada, sus sentimientos y su manera de cómo trata de tomar su vida.
     
Una mañana nublada, se levantó y se vistió con una camisa blanca de agujeros y un pantalón negro, el cual se encontraba muy deteriorado. Salió hacia lo más profundo del área silvestre, con un balde de madera para buscar agua en el pozo. De repente, tropezó y se encontró un pedazo de espejo, lo tomó y se cortó. Se amarró su camisa en la mano, para disminuir el fluido de sangre, que salía roja y se convertía en negra. Siguió caminando hasta llegar al pozo, respiró muy lentamente y, con gran temor, se acercó hacia la oscura profundidad. De momento, su cara se reflejó en el agua y en la claridad de ella pudo ver su pasado, en el que su hermosa esposa había muerto y sus hijos se habían alejado. Hasta que de repente desapareció el reflejo en el agua. Y en su mente solo sobresalía el espejo y su mayor temor.

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